Tema 4: Psicología de la decisión

The Departed transcurre en la áspera ciudad de Boston. El policía Billy Costigan pide un zumo de arándanos en un bar de mafiosos. Su compañero de barra cuestiona la elección. Costigan la mantiene a pesar del ruido, un zumo de arándanos es lo que quiere. Las normas sociales pueden estar alejándote de tus preferencias originales, escondidas en tu yo inconsciente. ¿Cómo vivirías tu vida si no existieran restricciones externas?


En este cuarto módulo de Cardinal X: estudiaremos el mecanismo de la mente, gestionaremos de forma óptima la reputación y analizaremos los factores que condicionan el proceso de decisión, intentando seguir preferencias más genuinas. 

Animales sociales

La presión social es un factor. En la tribu, hace 10.000 años, era necesaria la aceptación del rebaño, si uno quería sobrevivir en un entorno hostil. El cerebro se programó, por tanto, buscando esa validación. Hoy los grupos son más abstractos pero, por genética, sentimos el instinto de formar parte de un todo. A nivel cultural definimos unas reglas, todavía hoy vigentes, que cuestionan el comportamiento del outsider. Significa que, hagas lo que hagas, recibirás críticas. Los genes primitivos y unas normas sociales, no siempre actualizadas, condicionan las elecciones libres. Lucharás contra estos factores cuando tomes tu decisión.

Si estás diseñando una carrera contracorriente resulta imprescindible desarrollar cierto ego. El ego te ayudará a conseguir todo aquello que te propongas (¡claro que llegas!) pero, al mismo tiempo, puede destruirte en la soberbia (si te crees especial te terminarás cayendo). La seguridad de Carlos Sainz en su primer encuentro con Luís Moya, contándole que un día sería campeón del mundo. Convenció a Luís, en menos de 5 segundos, para que fuera su copiloto. Así lo cuenta la soprano Desirée Rancatore: «Para subirte a un escenario, en el que todos dudan de ti, tienes primero que creértelo». Incluso autoengañarte. Políticos y empresarios llevan el consejo demasiado lejos, aunque suele funcionarles, gana quien demuestra más confianza. Convencerte que puedes hacerlo, que perteneces a ese sitio, es requisito indispensable para alcanzar un objetivo a priori inalcanzable. Y es que el fake it until you make it funciona al revés. No quieres engañar a los otros. Quieres engañarte a ti.

Has definido un plan de acción. ¿Te lo estás creyendo? ¿Cómo seguir tu propio camino? El libro Deshaciendo errores recoge las preferencias del psicólogo Amos Tversky. Nos impactó en su día y nos sigue impactando hoy. Sin miedo a las pequeñas vergüenzas, Tversky decidió que haría siempre lo que él quisiera, que no perdería su valioso tiempo en conversaciones intrascendentes. La pregunta es obligada: ¿por qué lo perdemos nosotros?


Aun así, la mayoría de las historias que la gente contaba sobre Amos tenían menos que ver con lo que salía de su boca que con su insólita manera de moverse por el mundo. Seguía el horario de un vampiro. Se acostaba al salir el sol y se despertaba al caer la tarde. Minimizaba las tareas cotidianas que consideraba una pérdida de tiempo. Nunca sabía qué hora era. No importaba. Él vivía en su propia esfera y tú te lo encontrabas allí. No fingía estar interesado en cosas que otros esperaban que le interesaran.Le gustaba la gente. Lo que no le gustaba eran las normas sociales. Amos opinaba que las personas pagaban un precio demasiado alto por evitar las pequeñas vergüenzas, y había decidido que no valía la pena. Con el tiempo, todos los que conocían a Amos se daban cuenta de que aquel hombre tenía un talento preternatural para hacer exactamente lo que quería hacer, y solo eso. «Lo bueno que tienen las cosas urgentes es que si esperas lo suficiente, dejan de ser urgentes». Su viejo amigo Yeshu Kolodny recordaba: yo le decía a Amos «tengo que hacer esto o aquello» y él respondía «no, no tienes que hacerlo». Amos era de una sencillez maravillosa. En todo momento podías inferir de sus acciones lo que le gustaba y lo que no, de manera directa y precisa. Si por algún extraño accidente se encontraba en una reunión de seres humanos que no le interesaba, se volvía invisible. El constante movimiento de sus pupilas daba la impresión de que no estaba escuchando, cuando el problema solía ser que había escuchado demasiado bien.


Minimizar errores


En Cardinal X discutiremos los sesgos cognitivos. No es tanto una cuestión de acertar con frecuencia. Tu primer objetivo pasa por no caer en ellos. Una mujer preguntó al inversor Charlie Munger que cuál era su secreto, para tener tanto éxito en sus apuestas financieras. Con 94 años Munger le dio esta genial respuesta: «No intento ser inteligente. Me basta con no ser estúpido».




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